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el dembow y su importancia cultural

  • Foto del escritor: Dani Russo
    Dani Russo
  • 26 oct
  • 6 Min. de lectura

Sí, vamos a hablar sobre el reggaetón. Esa música 50% odiada y 50% amada, no solo en latinoamérica, si no también a lo largo y lo ancho de occidente. ¿De dónde salió? ¿Por qué se la acusa de perpetuar machismo? ¿Por qué se la relaciona, de forma despectiva, con las clases populares? ¿Es válido el aggiornamiento actual post-feminismo de la tercer ola? Todas estras preguntas (y muchas más) serán reflexionadas, desmenuzadas y analizadas para intentar llegar a algunas respuestas que nos den una dimensión de lo que este género musical tiene para aportar a la cultura y a la historia. No prometo hacerlos perrear, pero sí pensar al respecto de este ritmo latino que tantas polémicas ha desatado.


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RACÍCES Y GENEALOGÍAS


Si no se es un experto en música latina, lo más probable es que la inferencia primera que se haga es que la procedencia del reggaetón está localizada en Puerto Rico. Pero hay otros territorios que se disputan su creación, como ser Jamaica y Panamá.

De Jamaica nace la base rítmica primigenia: el"Riddim", el cual es la base instrumental de una canción de géneros musicales jamaicanos como el reggae y el dancehall; entonces se puede decir que el reggaetón es el nieto rebelde del reggae (por algo su nombre, ¿no?). Estos dos estilos, el reggae y el dancehall viajan hacia Panamá por efecto de los migrantes de un sitio a otro (migraciones entre los 70s y 80s) y es así como estos dos estilos musicales son introducidos a un hervidero de obreros afroantillanos, población caribeña, barrios pobres y una juventud que necesitaba cantar en su propio idioma. El resultado no fue copiar el estilo original nota por nota, sino traducir, tropicalizar y politizar. Y sí, leyeron bien: po-li-ti-zar.

Luego, ya a principios de los 90, el reggae en español de Panamá —de la mano de artistas como El General, Nando Boom, Renato— llega a Puerto Rico en cassettes piratas y emisiones de radio desde Nueva York (por que esta mezcla de estilos fluyó hacia EE.UU gracias a la proliferación de emisoras de radio). Una vez instalado en Puerto Rico, las letras en español hacen que la música pegue en sectores populares que no dominaban en la génesis jamaiquina.


¿QUÉ ES EL ¨DEMBOW¨ Y POR QUÉ IMPORTA?


A este nuevo frankestein melódico creado en base a los ritmos anteriormente mencionados se lo bautiza como ¨dembow¨ que vendría a ser el reggaetón underground, con mixtapes como Playero y colectivos como The Noise que fijan la estética, jerga y escena. Acá es dónde entra en juego el análisis político de este estilo musical con lo que podría llamarse ¨una cruzada moralista¨ hay represión y decomisos. En 1993–94 el gobierno de Puerto Rico implementa la campaña “Mano dura contra el crimen”. Y resulta que el reggaetón underground, nacido en los caseríos (viviendas sociales), se asoció a delincuencia, drogas y “desviación moral”. De esta forma, medios y políticos lo describían como una música obscena, peligrosa para la juventud.

La Policía, con apoyo de la Guardia Nacional, realizó allanamientos en tiendas y gasolineras donde se vendían cassettes de DJs como Playero o The Noise. Se confiscaron miles de cintas bajo el argumento de “obscenidad” y “material pornográfico”. Hubo incluso amenazas de cargos criminales contra vendedores y productores.

El perreo, esos movimientos pélvicos que expresa el cuerpo cuando suena el reggaetón fue demonizado como baile “indecente”: demasiado sexual, demasiado explícito.

Las letras, con lenguaje sexual y jerga callejera, fueron usadas como prueba de que el género “corrompía a los jóvenes”.

Este pánico moral reflejaba más un choque de clase y raza que una preocupación real por la obscenidad: eran cuerpos negros y pobres bailando a su manera, desafiando la moral burguesa. Pero lejos de erradicarlo, la persecución le dio estatus de resistencia al reggaetón: era la música prohibida, la que representaba la vida real del caserío. Esa persecución también explica el ethos del reggaetón como música de barrio sitiado, orgullosamente marginal. Cuando a principios de los 2000 saltó al mainstream, de la mano de Daddy Yankee con su canción ¨gasolina¨ lo hizo ya cargado con esa aura de rebeldía, a pesar de que poco a poco se fuera convirtiendo en un género musical ultra comercial.

Esta cruzada moralista fué Un intento de imponer normas sexuales, de género y de clase a través de la represión cultural. Como suele ocurrir, el intento de censura solo reforzó la identidad contracultural del género, generando así rechazo y desagrado en las clases sociales ¨de bien¨.

A propósito del perreo, ese baile inseparable del reggaetón, nacido en los caseríos de Puerto Rico en los 90 cuando los jóvenes tradujeron el ritmo del dembow jamaicano en un movimiento pélvico explícito de origen afrocaribeño. Es heredero de danzas africanas y afroantillanas, danzas centradas en los movimientos de la cadera. El perreo es una continuidad diaspórica que llegó a América con la esclavitud y mutó en el Caribe. En el reggaetón, este movimiento de caderas y pelvis se convirtió en performance de deseo y autonomía corporal, pero también en blanco de la represión estatal y la moral conservadora. Lo que la policía veía como “obscenidad” era, en realidad, un ritual de resistencia popular y juvenil. Su vínculo con el reggaetón no es decorativo: el género musical no existiría como cultura global sin este baile que lo define tanto como su beat.


LA CULTURA MACHISTA Y HOMÓFOBA AL REDEDOR DEL REGGAETÓN


El reggaetón en su génesis vino cargado de machismo y homofobia, herencia del dancehall jamaicano y del rap, donde el varón narraba el deseo y la mujer era objeto sexual; en los 2000, con el salto global, ese ethos se vistió de lujo: autos, mansiones y cuerpos femeninos hipersexualizados orbitando al macho alfa exitoso.

Sin embargo, voces como la de la artista puertoriqueña Ivy Queen abrieron grietas, dándole agencia femenina y cuestionando la lógica patriarcal. En la última década, el Neoperreo y luego el Reggaetón Queer con artistas como Ms Nina, Angie Q, María Becerra, Tokischa, Villano Antillano, Bad Gyal y más, resignificaron el perreo: de baile criminalizado y patriarcal pasó a ser espacio de libertad sexual y orgullo disidente, donde el mismo beat del dembow late ahora como bandera feminista y LGBTIQ+.

La irrupción de identidades queer y disidentes (no sólo mujeres cis) transformó el género en un espacio de visibilidad y resignificación: el perreo, antes estigmatizado, se transformó en espacio de autoexpresión corporal, celebración, orgullo LGBT y diversidad.


LA NARRATIVA VISUAL DEL LUJO COMO ESCENOGRAFÍA SIMBÓLICA


El reggaetón, también ha tomado mucho del rap estadounidense de los 80–90, donde el “bling-bling” (los detestellos de las cadenas de oro) los autos de alta gama y las mansiones eran la manera de mostrar que alguien de un barrio marginal había triunfado. Esa estética venía cargada de desquite social: ostentar lo que el sistema les había negado. En sociología de la cultura, es la lógica del consumo conspicuo: usar los objetos como símbolos de estatus.

En los caseríos de San Juan, donde se incubó el reggaetón, la mayoría de los jóvenes vivían en condiciones de precariedad, desempleo y marginación racial. Al llegar al mainstream (mediados de los 2000), mostrar lujo en los videoclips fue una manera de contar otra narrativa: del barrio sitiado al jet privado. Es un gesto aspiracional, sí, pero también una especie de venganza simbólica: demostrar que la música prohibida ahora compra mansiones.

La maquinaria discográfica internacional exigía un relato exportable. Y el lujo aspiracional vende: es universal, fácilmente reconocible en cualquier videoclip, y conecta con el sueño neoliberal del ascenso individual. Lo que empezó como orgullo de barrio terminó convertido en una estética de marketing. ¡Bienvenidos al capitalismo post globalización!

Y como ya hemos visto, El lujo no aparece solo: aparece rodeado de cuerpos femeninos hipersexualizados, reforzando el estereotipo del hombre poderoso que “posee” tanto riqueza como mujeres. Así, lo aspiracional se entrelaza con lo patriarcal.


Y así es que entre polémicas moralistas, migraciones, pueblos, barrios, jerga callejera, críticas socio-culturales, globalización, capitalismo y arte es que hoy suenan reggaetones de todos los estilos. Un género musical que ha sido vilipendiado, hoy día se empieza a entender, a aggiornarse y a adaptarse al siglo XXI, resignificándose gracias a los movimientos feministas de emancipación, a la vez que siguen estando presentes las estéticas del lujo y la ostentación, pero con motivos -motivos completamente comprensibles cuando se entiende y se analiza de dónde vienen esas narrativas-.

Ojalá que antes de repetir como loros que es música de negros villeros, tengan un ápice de honestidad intelectual y se pongan a leer, por lo menos, algún artículo como este que hoy les acerco.




 
 
 
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