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la molecularización del capitalismo

  • Foto del escritor: Dani Russo
    Dani Russo
  • 19 jul
  • 5 Min. de lectura


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Si bien todavía me cuesta un esfuerzo intelectual bastante grande entender la obra de los autores-pensadores Gilles Deleuze y Félix Guattari (tanto ¨Mil Mesetas¨ como ¨El AntiEdipo¨ ambas obras pertenecientes a ¨Capitalismo y Esquizofrenia¨) tengo algunos conceptos en cierta medida incorporados de forma casi natural, como si fueran parte de mi marco teórico por default. Es por esto que tengo ganas de escribir algunas nociones presentes en la obra, nociones con las cuales tengo compuestos los vidrios de los lentes con los que veo e interpreto el mundo.


el proyecto filosófico Y DOS DE SUS CONCEPTOS


En El Anti-Edipo (1972) y Mil mesetas (1980), libros que forman parte del proyecto filosófico conjunto entre los dos pensadores llamado Capitalismo y esquizofrenia hay muchos conceptos de suma importancia y de suma delicia para pensar e interpretar el mundo que nos rodea. Hoy vengo con la idea de traer dos nociones que me resultaron clave tanto como para entender su obra como para entender la filosofía que ellos plantean: LO MOLAR y lo MOLECULAR.


Deleuze y Guattari desarrollan una crítica profunda al psicoanálisis freudiano, especialmente a la forma en que este reduce el deseo a la familia nuclear (edipo: mamá, papá, yo).

Ellos plantean que el deseo no es edípico, sino productivo, maquínico, múltiple, y fluye más allá de las estructuras sociales fijas. De ahí nace el concepto de molecular: el deseo es molecular, disperso, no está encerrado en el esquema familiar.

De acá es que se desprende la idea de que tenemos por un lado lo MOLECULAR, y por otro lado, LO MOLAR. Por ejemplo, el dispositivo ¨familia¨ sería MOLAR, como lo es el Estado, las clases sociales, las instituciones, en resumen: Las grandes estructuras organizadas y jerárquicas. Opera mediante categorías rígidas, sistemas binarios y segmentaciones; más ejemplos: categorías como ¨hombre-mujer¨ o ¨sano-enfermo¨ .

Por otro lado, tenemos lo MOLECULAR: Es lo micro, lo múltiple, lo fluido, lo no codificado al 100%. Son los flujos de deseo, los afectos, las intensidades corporales, las microconductas. El deseo, según ellos, es molecular: produce y produce sin cesar, sin estar atado a grandes estructuras y sin un fin en sí mismo; el deseo es producción constante.


HAY Cierto tipo de CONFLICTO ENTRE LO MOLAR Y LO MOLECULAR


Y ese conflicto es que lo molar (Estado, familia, escuela, género,etc) intenta codificar lo molecular, darle forma, controlarlo. Ejemplo: los cuerpos trans, las disidencias sexuales, las fugas del deseo son flujos moleculares que las instituciones molarizantes (como el Estado, la medicina, la psiquiatría) intentan normalizar. Pero lo molecular siempre desborda, nunca queda totalmente contenido.

Ejemplo práctico: Una huelga, una toma, un corte de ruta, una asamblea pueden ser molares si están organizadas por sindicatos o partidos políticos, así, en estructuras fijas, pero también puede tener una dimensión molecular si surgen formas espontáneas de resistencia, afectos colectivos, redes entre cuerpos.


El capitalismo funciona, desde sus inicios molármente (bancos, bolsa, corporaciones, Estado) y molecularmente (a través de nuestros deseos, consumos, hábitos, subjetividades).

 El capitalismo siempre tuvo una dimensión molecular (flujos de deseo, subjetividad, cuerpos), pero empezó a funcionar de forma explícita y central a nivel molecular a partir de ciertos cambios históricos clave, especialmente desde el siglo XX en adelante.


ESO QUE NO SIEMPRE PERCIBIMOS: LO MOLECULAR DEL SISTEMA


 El capitalismo ya no domina solo a través de leyes, gobiernos y mercados (molar), sino también al nivel del deseo y la subjetividad, en la forma en que las personas sienten, piensan y se relacionan, a través del consumo personalizado, el control del tiempo libre, la autoexplotación, la productividad interiorizada, y por poner un ejemplo práctico, me atrevo a decir que hoy día el capitalismo en su nivel molecular domina a través de las redes sociales. El sujeto se convierte en empresa de sí mismo, un concepto que también trabaja Foucault hacia el final de su obra, especialmente en sus cursos sobre neoliberalismo.

Podemos decir que la molecularización del capitalismo es la forma en que el sistema capitalista invade y captura lo más íntimo, subjetivo y cotidiano: no sólo organiza nuestras instituciones, sino también nuestras pasiones, nuestros cuerpos, nuestros deseos, nuestras formas de amar y de vivir.


Un ejemplo bien actual de control molecular, en el que el poder no necesita imponerse desde afuera (como lo haría el Estado, la familia o la academia), sino que opera desde adentro del sujeto, a través del deseo, la autoexigencia, el rendimiento:

Pensemos en una persona que trabaja de forma independiente creando contenido y vendiendo cursos online que no tiene jefe, nadie le pone un horario y puede trabajar desde cualquier parte del mundo; a simple vista, parece libre, pero ¿Qué lo mueve?... Su deseo de tener éxito, visibilidad, la presión de ser productivo 24/7 (porque si no produce, no existe), las métricas de las RRSS (likes, views, comentarios, engagement). Entonces, el control aparece en su cabeza, en sus ansiedades; se autoexplota, se autocontrola, se castiga o se siente culpable si no rinde, se compara con otrxs, mide todo, vive en estado de autoevaluación constante. Ya no necesita un jefe ortiva. El control es molecular: lo hace él o ella misma, por deseo, por miedo, por ambición. Es una forma de poder sin coerción directa, sin castigo físico, pero profundamente eficaz para reproducir las lógicas capitalistas y mantener al sistema en pie.

Se impone el modelo empresarial del yo: cada persona debe “invertir en sí misma”. Las tecnologías comienzan a capturar la atención, los deseos, los datos, las emociones (redes sociales, marketing personalizado, algoritmos). El trabajo y el consumo ya no son solo exteriores, sino internalizados, voluntarios, incluso deseados.

Acá el capitalismo se moleculariza masivamente: opera en los afectos, los vínculos, la vida cotidiana. Ya no necesitas la yuta para que te controles: lo hacés vos solitx.

Este ejemplo lo podría enlazar con la obra del filósofo Byun Chul Han (heredero de Focault, Deleuze y Guattari), ¨Psicopolítica¨ o ¨La sociedad del rendimiento¨, libros que recomiendo mucho para tener acceso a estas ideas de una forma más sencilla de comprender que leerse a Deleuze o Guattari, obviamente, salvando las distancias entre los autores.

Y también, aunque se enfoca en aspectos diferentes, la biopolítica -concepto desarrollado por Focault- plantea formas de pensar el poder en lo micro, en lo cotidiano, en los cuerpos y las subjetividades, pero no son lo mismo; yo pienso que lo molecular/molar es heredero de algunas nociones que rondan al concepto de biopolítica.




TODO ES POLÍTICO


Deleuze y Guattari proponen una micropolítica del deseo. No basta con cambiar las grandes estructuras (revolución, partido, Estado), si no que el planteamiento viene por el lado de transformar los modos de vida, los deseos, las formas de relación, que también están capturados por el poder.

En este sentido, lo molecular es una zona de lucha. Es donde se juegan las posibilidades de fuga, creación, resistencia.


Esta idea me resulta profundamente atractiva porque permite hacernos cargo en lo micro, en un clima de época en donde lo macro parece aplastarnos sin dejarnos salida alguna.

Si negamos lo político en nuestro día a día negamos nuestra capacidad de luchar en las trincheras más íntimas. ¿Y sabes qué? Si luchas podes perder, pero si no luchas estás perdida.





 
 
 

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